En el artículo anterior comentaba que no sólo los neófitos en la lectura se preguntan sobre lo qué van a leer, esto también le pasa y muchas veces a la gente que está acostumbrada a leer. Pero vayamos por partes. Por ejemplo un joven universitario, con el suficiente tiempo libre, con la constante necesidad de informarse y con libertad financiera suficiente como para comprar la mayoría de los libros que lee.

Debería leer en mi opinión un promedio de 1 ó 2 libros por mes. Para cualquier persona, joven o mayor que esté acostumbrada a leer esa cifra sin duda es algo natural.

Y entonces cuando tienes la capacidad de leer a este ritmo o a uno mayor, ¿Hay un punto en el que el lector se debe de preguntar cómo utilizará el conocimiento adquirido, sobre todo hablando de la información que está más allá de su área profesional?

¿Deberíamos leer más sobre nuestra área laboral o sobre temas que nos apasionan y trascienden nuestra vida personal? ¿Debo leer porque tengo algún tipo de compromiso con mi generación y mi comunidad o sólo debo leer por gusto o por necesidad profesional?

Estoy seguro que para muchos la respuesta sería que ambas situaciones. Y si bien podemos leer; revistas, antologías, ensayos, novelas, periódicos, blogs, etc. Un servidor considera que  es esencial que todos en el momento que decidimos que la lectura será parte de nuestras actividades, tenemos que considerar entre nuestros planes de lectura más inmediatos e importantes la culminación de algún clásico. Cervantes, Shakespeare, Tolstoi, Víctor Hugo o hasta Proust o Nietzsche para los más arriesgados.

En varias ocasiones, diferentes personas a las que les he preguntado cuál creían que era la función principal de la literatura, me han respondido que es “humanizar” y ciertamente estoy de acuerdo con ellos. Y esto es precisamente el motor de nuestra búsqueda de conocimientos, mismo que nos impulsa a leer e investigar, la necesidad de definirnos dentro de una sociedad, la necesidad de develar los secretos del mundo que nos rodea, desde los fenómenos naturales hasta los fenómenos antropológicos más básicos.

Sentirse humano, sentir pasión, dolor, amor, pena, terror, ánimo, etc. Es entonces cuando aparece la gran pregunta: ¿Qué debo hacer con la información que obtengo al leer?

La lectura es una actividad que produce placer por el simple hecho de llevarla a cabo, pero el resultado de esa actividad es muchas veces la obtención de información, misma que servirá para crear una idea, cambiar una opinión, refutar un argumento, demandar una solución, apoyar una causa, etc.

Eso es lo que se debe hacer con el conocimiento; utilizarlo para dignificar la vida, proponer soluciones tanto humanas como objetivas para solucionar verdaderos problemas (de salud, de seguridad, de justicia) y sobre todo para no repetir ni justificar los errores que nos han desgastado como civilización durante siglos.

“Hay que ser prácticos, pero no pragmáticos”

Arturo S. Rojas.